viernes, 1 de junio de 2007

El Árbol de la Vida III











Procesión de Las Pajaritas. Villanueva de la Vera, enero de 1991. Esta procesión, que se celebra el día de San Sebastián en su honor, e incluye a San Fabián, se la conoce popularmente por el nombre de las Pajaritas, no por el nombre de los santos. En las fotos puede observarse que desde el hermano mayor, patrón de la fiesta, hasta los niños, portan ramas de olivo (en el caso del mayordomo es prácticamente un árbol) adornadas con buñuelos y roscas que es lo que se denomina La Pajarita.
La fiesta es claramente una representación cristianizada del árbol de la vida, simboliza al espíritu de la vegetación que vuelve, que revive. La elección del olivo, árbol que necesita de condiciones climáticas especiales para su cultivo, no es casual ya que en nuestra cultura sus ramas son símbolo de paz, fertilidad y prosperidad. Su uso en ceremonias y ritos está presente en todas las culturas mediterráneas. La longevidad del olivo le hace ser símbolo, además, de misticismo y santidad.
La aceituna y el aceite de oliva principalmente comparten con el olivo los atributos simbólicos, mágicos, míticos y sagrados; según L. March y A. Ríos el aceite tiene unas propiedades reales: nutre, suaviza, impregna, permanece, conserva, aromatiza y es portador de aromas, impermeabiliza, brilla, es portador de luz y calor, calma y pacifica, lubrifica, depura y limpia. A partir de estas propiedades se le hizo símbolo de sabiduría, de luz, de inteligencia, de paz, bienestar, suavidad y luz interior.
Estas asociaciones se fueron generando a lo largo de la vida cotidiana en los pueblos mediterráneos que cultivaban con arados curados con aceite, que trabajaban con cueros suavizados con él, que hilaban con fibras aceitadas para impermeabilizarlas, que ungían sus cuerpos con él para protegerse y que lo empleaban en sus lámparas rústicas o suntuosas para iluminar sus casas o sus templos. También uno de los símbolos mas primitivos del aceite es la eternidad, por ser una de las sustancias que menos se enrancia y la que sirve para conservar otros alimentos.
Uno de los misterios de los olivares es la vecería,
fenómeno que consiste en que tras un año de abundante cosecha de aceituna se suceda otro en el que la cosecha es pequeña, sin que éste fenómeno sea necesariamente de forma bienal, no se conoce bien las causas que lo producen y por consiguiente, no se tiene una estrategia para controlarla. La vecería sería pues otro de los motivos del uso del olivo en la procesión, para procurar una mejor cosecha anual.
La forma de la pajarita es circular, ésta forma es utilizada para la representación del paraíso en la tradición mesopotámica con continuidad en la judeocristiana. El nombre se relaciona también con las pajaritas o palomas de papel. Es lógico interpretar a las pajaritas como protectoras y frutos del árbol de la vida; en su elaboración el aceite es fundamental. Su ingesta anual sería una especie de protección frente a desgracias y enfermedades.
La procesión de Las Pajaritas es eminentemente infantil. Recuerdo nítidamente como vivíamos estas fechas mi hermano Andrés y yo de pequeños. Cómo recorríamos los olivares del pueblo para encontrar la mejor horca para nuestro ramo. Tras la procesión, el encuentro de los santos y la bendición de las pajaritas, Andrés y yo corríamos a nuestra casa, detrás de la ermita, a comernos las pajaritas para tener salud y prosperidad en ese año. La procesión tenía un momento mágico que nunca llegamos a ver, el intercambio de sonrisas entre los dos santos San Sebastián y San Fabián. Un santo, San Fabián salía de la Iglesia acompañado de la chiquillería e iba al encuentro del otro amigo a la ermita del barrio, donde además de San Sebastián, se encuentra San Antón. Años después descubriría que los santos Fabián y Sebastián ni siquiera vivieron en la misma época, ya que Fabián murió años antes de que naciera Sebastián, eso sí, los dos fueron mártires en la ciudad de Roma, donde fueron enterrados.
La ermita que alberga a San Sebastián y San Antón, según Fulgencio Castañar, sería un lugar de culto al bienestar de las personas y los animales, apoya su idea en que hasta hace unos años en el altar se conservaban gran cantidad de ex-votos de cera de manos y pies, y en la procesión con los animales del pueblo que se celebra unos días antes. Es razonable pensar por tanto que en el mismo lugar y por la presencia del olivo en la procesión, se invocara y pidiera a los dioses también por la resurrección de la Naturaleza y la protección de árboles y cosechas.
La coincidencia de que los dos santos se celebren en el mes de enero, puede tener relación con la ubicación en el mismo santuario y probablemente por compartir los mismos o parecidos objetivos.
La representación escultórica de los dos santos, Sebastián y Fabián, es muy similar, los dos aparecen semidesnudos, jóvenes e imberbes, con las manos atadas al tronco de un árbol que tienen detrás, ofreciendo su noble torso a las saetas del verdugo.

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