El periodo Orientalizante o cultura de los Príncipes, tuvo en los etruscos a uno de sus máximos representantes, con una fuerte presencia en la dinámica del Mediterráneo y las colonizaciones fenicias y griegas, jugando un papel primordial en las relaciones entre Oriente, Grecia y la Peninsula italiana. Las tumbas de los príncipes etruscos, realizadas en grandes túmulos, contenían gran cantidad de objetos de lujo importados de Próximo Oriente y de Grecia o producidos localmente según esquemas derivados del patrimonio iconográfico oriental, sobre piezas preciosas de orfebrería, vasijas de plata y bronce ricamente decoradas, objetos de marfil esculpido y bellísimas cerámicas figuradas y vasos de fayenza. Entre estas producciones sobresalen las piezas de orfebrería, verdaderas obras de arte orfebre que atestiguan el elevado nivel de los artesanos etruscos, no sólo en este sector sino también en le
toréutica, donde los etruscos fueron grandes maestros.
Cuan distintas las manifestaciones artísticas etruscas pero que semejantes con las obras de la joyería y la toréutica de Tartessos. Es curioso como el vino y el aceite, los metales y los ritos, las imágenes y las creencias religiosas, los viajes y los mitos, pueden servir para explorar caminos artísticos complementarios en dos culturas, etrusca y tartesa, separadas espacialmente pero conectadas y unidas por nuestro
Mare Nostrum y los navegantes fenicios y griegos.
Al acabar el recorrido de la exposición me ha venido a la mente mi primer viaje a Italia en los ochenta, con mi hermano Andrés, recuerdo con especial nitidez el viaje por Toscana para ver las tumbas de Caere, Tarquínia y la necrópoli rupestre de Norchia que me impresionó, pues las tumbas están talladas en la montaña, también guardo especial recuerdo de los museos de Florencia y el Vaticano.
He echado de menos en la exposición de los etruscos, alguna de las maravillosas piezas del Museo Gregoriano Etrusco del Vaticano, que contiene, entre otras obras, todo el ajuar funerario de la tumba de Regolini-Galassi, un catálogo sorprendente e increíble de piezas de orfebrería, y una de las piezas que más me impresionó en el viaje a Italia: l
a Quimera de Arezzo, uno de los simbolos de la cultura etrusca.