domingo, 4 de noviembre de 2007

Exposición: Los Etruscos

Plaquita de Marfil. Sigo VI a.n.e.
Después de días inmovilizado por un esguince, aproveché el tiempo, entre otras cosas, para leer el libro La joyería en los orígenes de Extremadura:el espejo de los dioses. Ya camino y me voy por fin a ver una exposición con muchas conexiones con el libro de José Luis Blanco y Sebastián Celestino, ya que coinciden cronológicamente las producciones áureas extremeñas estudiadas por ellos, con la exposición del MAN (Museo Arqueólogico Nacional) sobre los Etruscos; maravillosa oportunidad para ver y conocer la historia de los etruscos a lo largo de sus casi mil años de existencia, a través de una cuidada selección de sus restos materiales: vasos cerámicos, bronces, joyas, terracotas y otras magníficas piezas que nos enseñan su evolución social, económica y política desde el periodo villanoviano que se inicia en el siglo IX a.n.e. hasta su completa romanización en el siglo I a.n.e. Los Etruscos, que hoy día son considerados como un claro precedente de la globalización y de la fusión, crearon una sociedad dinámica donde la mujer tuvo un status social fuera de lo común en esa época y generaron producciones artísticas que hoy día siguen cargadas de una extraña y enigmática belleza.
El periodo Orientalizante o cultura de los Príncipes, tuvo en los etruscos a uno de sus máximos representantes, con una fuerte presencia en la dinámica del Mediterráneo y las colonizaciones fenicias y griegas, jugando un papel primordial en las relaciones entre Oriente, Grecia y la Peninsula italiana. Las tumbas de los príncipes etruscos, realizadas en grandes túmulos, contenían gran cantidad de objetos de lujo importados de Próximo Oriente y de Grecia o producidos localmente según esquemas derivados del patrimonio iconográfico oriental, sobre piezas preciosas de orfebrería, vasijas de plata y bronce ricamente decoradas, objetos de marfil esculpido y bellísimas cerámicas figuradas y vasos de fayenza. Entre estas producciones sobresalen las piezas de orfebrería, verdaderas obras de arte orfebre que atestiguan el elevado nivel de los artesanos etruscos, no sólo en este sector sino también en le toréutica, donde los etruscos fueron grandes maestros.
Cuan distintas las manifestaciones artísticas etruscas pero que semejantes con las obras de la joyería y la toréutica de Tartessos. Es curioso como el vino y el aceite, los metales y los ritos, las imágenes y las creencias religiosas, los viajes y los mitos, pueden servir para explorar caminos artísticos complementarios en dos culturas, etrusca y tartesa, separadas espacialmente pero conectadas y unidas por nuestro Mare Nostrum y los navegantes fenicios y griegos.
Al acabar el recorrido de la exposición me ha venido a la mente mi primer viaje a Italia en los ochenta, con mi hermano Andrés, recuerdo con especial nitidez el viaje por Toscana para ver las tumbas de Caere, Tarquínia y la necrópoli rupestre de Norchia que me impresionó, pues las tumbas están talladas en la montaña, también guardo especial recuerdo de los museos de Florencia y el Vaticano.
He echado de menos en la exposición de los etruscos, alguna de las maravillosas piezas del Museo Gregoriano Etrusco del Vaticano, que contiene, entre otras obras, todo el ajuar funerario de la tumba de Regolini-Galassi, un catálogo sorprendente e increíble de piezas de orfebrería, y una de las piezas que más me impresionó en el viaje a Italia: la Quimera de Arezzo, uno de los simbolos de la cultura etrusca.

Necrópoli rupestre etrusca de Norchia. Siglo IV-II a.n.e.

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